La salamandra es una especie de anfibio mitológico capaz de convivir con el fuego. De ahí el nombre que dio su inventor, Benjamín Franklin, a la estufa que hoy sirve para calentar las casas en invierno. El prócer estadounidense no sólo alcanzó la inmortalidad por haber sido un ferviente luchador en la emancipación estadounidense y por haber descubierto el pararrayos. Franklin inventó la estufa de hierro fundido que es muy utilizada en todo el mundo.

Y Tafí del Valle no es la excepción en esa corriente. Adversaria por antonomasia del hogar a leña, la salamandra es utilizada para calefaccionar las viviendas de veraneantes y lugareños, pero en los bares y restaurantes reina con exclusividad. En todos los casos sirve para atemperar los días de frío extremo y también es apreciada como un elemento decorativo.

A diferencia del hogar a leña, la salamandra cuenta con algunas ventajas: permite una mejor regulación de la combustión y más control del humo. El hecho de contar con tiro balanceado hacia el exterior aumenta las condiciones de seguridad e incrementa el ahorro de energía. Ocurre que el hogar a leña presenta el inconveniente de que la combustión se produce en el mismo ambiente que se busca calentar.

Puerta con burlete
Estos calefactores producen un ahorro de combustible que está en el orden del 40% respecto de los hogares convencionales. También posibilitan un encendido y un funcionamiento posterior sin humo ni olor, ya que casi todos los modelos incorporan una puerta que se cierra con burlete para evitar fugas de gases y permitir el control de la cantidad de aire aportado a la combustión.

También Da Vinci
El término salamandra remite a numerosos significados mitológicos. A lo largo de la historia occidental, la salamandra fue considerada un ser fantástico vinculado a uno de los cuatro elementos, el fuego. Durante el medioevo, le adjudicaban a la salamandra la capacidad de apagar el fuego o, incluso, de vivir en él. El creador Leonardo Da Vinci afirmaba que la salamandra se alimentaba de fuego. Se decía también que la temperatura de su sangre era tan baja que permitía equilibrar el calor de las brasas.

En la alquimia, las salamandras representan el espíritu del fuego y, como tales, se comportan transportando su esencia. Simbolizan la pasión, la destrucción, la purificación, el movimiento y la energía.